UNA NUEVA IMAGEN PARA MI CIUDAD.

Vi una ciudad llena de miedos, acostumbrada a su manera de ser y de pensar, era gente sencilla, pero acostumbrada a vivir de manera precaria, no porque no hubiera pan en la mesa, ni una salida familiar, ni una antena parabólica en su techo, sino porque simplemente no vieron más allá. Salían temprano de lunes a sábado, y otros trabajaban también en domingo, pero ninguno realmente soñaba, ninguno pensaba realmente que se podía llegar más allá, solo pensaban en sobrevivir.
Era una sencillez falsa, pues llenaron sus vidas de objetos que no les servían o les daban un estatus temporal, que solo satisfacían su ego, pero no era más que dinero malgastado, en la búsqueda del parecer. Vi jóvenes y señoritas que pensaban que el amor era nada, y que ser papá o mamá era un juego. Vi jóvenes degradando sus mentes y pulmones, pensando que sería sin consecuencia. Vi gente sin esperanza, o que, si la tenían, la ponían en figuras de yeso y procesiones, o en algún político que se acordara de su razón de ser, y ayudara a la gente. Vi gente acostumbrada al hambre, a vivir entre lo regalado, lo prestado, lo viejo y lo recolectado. Vi gente presa del presente y del pasado, vi gente que no veía más allá.
Vi gente que esperaba la solución desde alguien más, si aquel fuese el alcalde, el Diputado o Senador, o el próximo presidente. Aún pensaban que la solución vendía de una izquierda o de una derecha, o tal vez algún sector moderado que pudiera teñirse de cualquier color.
Otros pensaban que nada valdría realmente la pena, que igualmente debían trabajar, pues les daba lo mismo mientras sobrevivieran. Fuera de una manera u otra, para ellos nada cambiaría.
Fue entonces que unos pocos, comenzaron a mirar más allá, más allá de las izquierdas o las derechas, porque miraron a uno que había vencido las ideas, ideologías, sistemas, pensamientos políticos, o cualquier tipo de conocimiento humano, aquellos miraron a un Rey, pero un Rey que no era de este mundo, que había vencido renunciando literalmente a sí mismo, hasta la muerte, y que este Rey había cambiado todo orden y quebrado todo sistema.
Aquellos pocos comenzaron a seguir aquella luz, y fueron progresivamente muriendo a sí mismos, porque sabían que abrirían el camino a la siguiente generación, sabían que esta revolución comenzaba primero en sus corazones, y que estaba cambiando el mundo, en diferentes lugares, esta revolución no era por las armas, era desde el interior, y hasta ver a las ciudades transformadas.
Ya no se trataba más de una religión, ni de un culto, ni de una ideología, pues toda imagen falsa había caído, ya no era una utopía, esta ciudad estaba viendo a los Hijos, a los Herederos de los bienes venideros, salir de sus escondites, para mostrarse en todo lugar, ya no estaban divididos, eran muchos, pero a la vez eran uno solo.
Ya no trataban de proyectar una falsa imagen, ni de parecerse a alguien más, porque se dieron cuenta que ya eran, y que eran desde antes del tiempo, al morir a sí mismos, tomaron la imagen del resplandor, sus ojos fueron alumbrados, y traspasaron esa luz a su ciudad. Ya la ciudad no tenía la misma vieja imagen, tenía una nueva imagen de luz, porque ellos decidieron cambiar su forma de pensar.