REFLEXION: LAS FAMILIAS PUEDEN SER TRANSFORMADAS HOY...

Deseo compartir con ustedes lo que la justicia de Dios ha provocado en mí y en mi familia.
Vivir en justicia es: hacer lo correcto, lo que Dios estableció
La Justicia: trae luz para mostrar lo que no vemos de nosotros mismos y así transformarlo, para quitar aquellas cosas que Dios no ha puesto en nosotros y se manifieste lo genuino del Padre. La Justicia trae libertad y transformación.
“Has amado la justicia y aborrecido la maldad, por tanto te ungió Dios, el Dios tuyo, con óleo de alegría” (Salmo 45:7)
Comienzo contándoles como era la realidad mi familia antes de que la luz viniera y me enseñara lo que es vivir en justicia.
Lo primero que nos hace caminar en justicia, es que Dios ocupe el lugar más importante en nuestro corazón, Ordenar nuestra vida en lo personal, emocional y espiritual.
Por ejemplo, si nos dan un vuelto de más en el supermercado, lo justo es devolverlo, porque el quedarse con lo que no nos pertenece, es robo.
Ordenar el área financiera; pagar deudas atrasadas, devolver préstamos a terceros.
Lo primero que ocurría era que mi matrimonio estaba dividido. Al venir la justicia, me hizo ver todo lo que estaba mal en mí, las actitudes equivocadas, lo que practicaba fuera del propósito. Esto me llevó a tomar decisiones y determiné dejado lo que estaba haciendo mal y sujetarme a los diseños de Dios para mí, como mujer y esposa.
El orden de Dios para la familia es: la cobertura del hombre es Dios, la autoridad de la mujer es el hombre y la autoridad de los hijos son ambos padres.
Nosotras como esposas, debemos comenzar por respetar al esposo, por ejemplo en no tomar decisiones independientes. Ser de ayuda para el esposo (animarlo, apoyarlo, acompañarlo y amarlo) Ser las responsables de mejorar el ambiente en el hogar.
Al hacerlo provocó algo extraordinario en mí, en mi esposo, mi familia. Se comenzaron a ver los frutos al determinar que la transformación debía comenzar en mi primero y esto se expandiría al resto de mi familia.
A mi esposo le costaba mucho creer en Dios, pero al ver la transformación que la justicia había comenzado a hacer en mi, el comenzó a creer que Dios era real y que era poderoso para cambiar las vidas. Decidió entregar su vida al Señor y ya está dando los primeros pasos para conocerlo y acercarse a su Salvador. Estamos experimentando maravillosos cambios, que han venido a transformar nuestro matrimonio y a traer tanta vida a el.
Ahora mi esposo desea pasar el mayor tiempo posible con nosotros, anda alegre, atento con toda la familia y esto era algo a lo que no estábamos acostumbrados a vivir. Parecen cosas simples, pero para nosotros tiene tanto significado que ahora el pueda expresarnos todo su amor y preocupación. Además es algo que debe ocurrir en todas las familias, porque ese es el diseño del Padre. Que los hijos vean unidos a los padres, les trae tanta seguridad y paz.
Y así también ha traído libertad y transformación a nuestros hijos, ordenando sus vidas, trayendo sanidad a los corazones, enderezando sus caminos.
También mi hijo mayor está siendo sanado de una tremenda depresión, encontrando en este tiempo sus propósitos y habilidades, ayudándolo a descubrir todos sus talentos.
Por otra parte, nuestros hijos menores, están sorprendidos y maravillados de todo lo que Dios ha comenzado a hacer en nosotros como matrimonio y familia. Por causa de la justicia, ellos son atraídos también a ella.
Así día a día estamos viviendo el proceso de transformación que ha traído la luz y la justicia.
Es por esta razón que comparto mi historia con ustedes, para que puedan conocer lo poderoso que es exponerse a la luz y a los juicios de Dios. Son tan buenos y traen tanto bien.
Te animo a que seas luz en tu hogar, te dejes transformar y tu familia pueda ver tus frutos. De esa manera reflejes al Padre en ti.
Es por esto que amo y deseo la luz y los juicios de Dios. Decido morir día a día a mi misma por amor a ellos.
Deseo ser esa puerta que el Padre necesita usar para que mi familia venga a los pies de Jesucristo.
“Envía tu luz y tu verdad; éstas me guiarán; y me conducirán a tu Santo Monte, y a tus moradas. “
Salmo 43:3